sábado, 28 de septiembre de 2013

La Marcha de los Hipócritas




Por Jeremías Martell

Desde la plaza, los banderines se veían flotar por la calle que en la antigüedad llevaba a la marina de cuidad. Esos banderines eran los estandartes de las logias del país. Como los ejecitos invasores de la edad media, anunciaban la presencia de los hermanos de la logia… de su marcha triunfal por la ciudad… la marcha de los hipócritas.

Una de las obsesiones de los hermanos de logia era reclamar a los próceres de la nación a sus rangos. No importaba cuanto hayan participado en la logia, cuán lejos hayan llegado en los grados… si por error algún prócer pisó una logia, la fraternidad lo reclamaba como suyo.

La marcha de hoy era un hipócrita reclamo de unos de los próceres del país… él era uno de los nuestros le querían decir a toda la ciudad. Uno de los grandes e ilustres de nuestra patria, que contribuyó grandemente al país ante el invasor y hasta engendró a otro prócer que movió al país hacia la industrialización… la educación… la salud…

Ambos idealizados personajes de gestas míticas… pero no tan míticas como su participación en la logia.

Este prócer se había iniciado en la Muy Respetable e Inmaculada Logia Hijos de la Lucerna del Alba. Había ascendido hasta el Segundo Grado y luego abandonó la logia. Jamás volvió a ella y cuando se trasladó a un pueblito del centro del país, no se incorporó a los trabajos de la logia de esa comarca.  Verdaderamente la logia no hizo un gran impacto en él, los ideales de la fraternidad  no se reflejaban en sus pensamientos, en sus ideas u obras.

Aun así es reclamado como un gran hermano de logia.

Mas cuando la fraternidad ha creado toda una leyenda sobre eses prócer y otro prócer que era su rival político. Según la leyenda perpetuada en los hermanos de logia, esos adversarios pusieron sus diferencias a un lado  y se dieron un abrazo fraternal…. O alguna tontería como esa… la hipérbole es el fundamento de las leyendas de las logias…. Y la hipocresía también….

No había prueba mayor que en esa marcha de los hipócritas…

La tradición dictaba cual debía ser el orden en la marcha. En la antigüedad, cuando una ciudad había sido conquistada, los generales de los ejércitos triunfales iban a la cabeza de la columna. Cuando una ciudad había sido conquistada pero no doblegada los generales iban al final de la columna.

Cuando estaba el Gran Maestro  la marcha no se organizaba por logias, si no por los graos e importancia de los hermanaos. Con los estandartes en alto, los hermanos del Primer y Segundo Grado en la vanguardia, como la carne de cañón que siempre serán. Seguido de los hermanos del Tercer Grado. Finalmente, en la cobarde retaguardia, como la logia anfitriona de la falsa que era esta marcha, los hermanos de la Muy Respetable e Inmaculada Logia Hijos de la Lucerna del Alba con el Muy Respetable e ilustre Gran Maestro, y su sequito de alcahuetes.

Esa retaguardia estaba poblada por los más grandes hipócritas que podía producir las logias. Un Arístides, el Venerable Maestro y usurpador de títulos. Simple marioneta de una Ramona y Sebastiana. Ramona la eterna fuente de chismes y de garatas. Sebastiana fuente de odio e intolerancia. Un triunvirato que no había aportado algo de significancia a la edificación de la logia, pero ahora vivían del esfuerzo y sacrificio de otros.

Su hipocresía era evidente ante todos. Pero nadie decía algo. Sonreían y se daban abrazos fraternales como si todo estuviera bien. Todos se regocijan en ella y los que no se regocijaban terminaban embarrados con la mierda que salía de la escoria que eran Arístides, Ramona y Sebastiana. Los hermanos de logia se eran cómplices de la hipocresía y la glorificaban cuando celebraban una leyenda de un abrazo fraternal… cuando lo menos que eran es ser hermanos…

Los más grandes hipócritas no era ese triunvirato. , sino los miembros de las logias y los oficiales del Gran Oriente Nacional y Soberano.  Quienes sabían lo que había ocurrido y en el silencio lo permitieron.

La marcha de los hipócritas continuó por la plaza de la ciudad hasta que llegaron al lado norte y se posicionaron a los pies de la estatua del prócer. Los estandartes flotaban en la tenue briza. Burlón viento que hacía a los estandartes tronar levemente. Lo cual ahogaba a las inconsecuentes que eran pronunciadas. Vacíos discursos típicos de las logias. Insinceras palabras que se decían porque se esperaba que se dijeran.

Un buen final para la marcha de los hipócritas.