Por Jeremías Martell
Las
carcajadas de Jeremías retumbaban por todo el cementerio. Invadiendo la triste
soledad de esa pequeña necrópolis. Risa que retumbaba y se multiplicaba entre
las olvidadas lapidas de personas olvidadas. Su risa era incontrolada… indigna.
Las carcajadas de una persona que había perdido todos sus cabales. De una
persona que sabía que nadie lo veía.
Sentado
en la tumba frente a la de Santiago, la risa de Jeremías era una combinación de
mofa e incredulidad.
-La
tumba de un Ex Gran Maestro.
Entre
carcajadas, decía de forma burlona una y otra vez.
-Patético.
Proclamada
para sí con destellos de furia y decepción en sus ojos.
Los
“hermanos de logia” siempre alardeaban de sus majestuosos edificios y templos
(aunque no lo fueran)… Santiago sentía especial orgullo por el edificio del
Gran Oriente Nacional y Soberano. Dentro y fuera de la logia Santiago se
comportaba como una primadona. Se
pavoneaba con medallas en su pecho y “emblemas y símbolos” de los más suntuosos
que el Gran Oriente Nacional y Soberano pudiera pagar… un Muy Respetable e
Ilustre Gran Maestro se lo merecía.
Ahora
en la “tumba fría”, sin flores o adornos, estaban los restos de Santiago.
Olvidados. En una simple tumba de cemento, pintada de color blanco... sin finas
terminaciones. Con una pequeña tarja imitación a mármol que decía, “Santiago,
Ex Gran Maestro”. Con un diminuto “símbolo de la orden” hecho de plástico. Símbolo
que un par de años las inclemencias del clima lo destruiría.
Para
completar, las ironías de la vida, en el lote del cementerio donde habían
puesto el cadáver de Santiago, tenía las iniciales del nombre de Jeremías…
Santiago pasaría el resto de la eternidad sometido bajo el nombre de su
adversario.
Jeremías
disfrutaba de estar sentado sobre la tumba de Santiago. Era tan dura como la
tumba del frente, pero esta se sentía mejor. Su sonrisa hubiera aterrorizado a
cualquier visitante al cementerio. Pero nadie estaba allí.
Luego
de unas horas, Jeremías se levantó de un sólo movimiento. Mirando la tarjurcha que decía “Santiago,
Ex Gran Maestro”… Jeremías cumplió con la promesa que le había hecho a Santiago
esa última vez que se vieron…
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