Por Jeremías Martell
Juan Leonardo y el Viejo Marcos eran miembros
de otra fraternidad… la Orden de los Trabajadores… de la misma logia. Aunque en
un principio no. Juan Leonardo había sido iniciado y ascendido en los grados en
la logia Hidalgos del Sur. Una de las más prestigiosas logias de la Orden de
los Trabajadores en la ciudad. Su prestigio provenía de que muchos de los que
componían la matricula eran de la clase profesional de la ciudad. Esto le dio
recursos económicos para comprar un suntuoso edificio de un olvidado sindicato
para albergar a su logia. Lo cual atraía a otros profesionales.
El Viejo Marcos pertenecía a la Logia Fatum et
Cadendo. Habiendo pasado su cincuentenario era una de las logias más jóvenes de
la Orden de los Trabajadores en la ciudad.
Decía la leyenda que esta logia había sido
formada de los que no eran aceptados en Hidalgos del Sur. No por faltas
morales, sino por el pecado máximo de ser meros trabajadores… y pobres. Reconociendo
esto, para remediar la situación, la Gran Logia con el consentimiento de la
Junta de Síndicos, le permitió a todos esos candidatos rechazados formar Fatum
et Cadendo. Los inició y ascendió en los grados. Su esperanza y constancia fue
premiada.
Sin embargo, cual fue la realidad de lo que
sucedió, de los “porque”, se perdía cada vez que uno de los hermanos
fundadores, y de los que vivieron en esa temprana época de la logia,
morían.
Lo que si se sabía, porque lo hermanos no
dejaban olvidar, es que ellos se ganaban la vida mediante oficios. Muchos eran
obreros de la construcción o trabajadores diestros, otros trabajaban en la
cementera de la ciudad. Muchas veces, el Viejo Marcos relataba en su
quebrantada voz, como los hermanos juntaron sus ahorros, todos en la medida de
sus posibilidades.
-Lo que hicimos fue hacer una cuenta en la
cooperativa… poníamos los chavos que podíamos… hasta que en unos cuantos años
logramos comprar el terreno.
Lograron comprar un terreno justo al borde del
centro de la ciudad… cerca de la logia Hidalgos del Sur. Un par de metros más
cerca del centro de la ciudad. Con gran satisfacción el Viejo Marcos continuaba.
-Después, cada uno cogió un préstamo en la
cooperativa… no mucho y uno a la vez. Lo que hacíamos era comprar los
materiales que necesitábamos en ese momento para construir el edificio…
Así hicieron todos los hermanos. Hasta que
lograron completar la construcción del edificio que albergaría a su logia.
Tardaron 5 años en la construcción y más de 10 en cancelar la deuda en que
habían incurrido. El día de la inauguración pusieron al lado de la puerta
principal, para que todo el que visitara la logia lo viera (o reviviera), una
tarja en mármol que conmemoraba sus esfuerzos y triunfos fraternales… su
esperanza y constancia en los Dogmas de la Orden.
Entre los nombres inscritos en la tarja estaba
el del Viejo Marcos… pero no el del Juan
Leonardo. Él no fue un miembro fundador de Fatum et Cadendo. Ni estuvo durante
los primeros años de esa logia. Ni trabajó o invirtió tiempo o dinero en ella…
pero ahora él era el Noble Maestro de la Logia.
A más de cincuenta años de su fundación esta
logia estaba muriendo… y Juan Leonardo la estaba dirigiendo a la tumba.