Por Jeremías Martell
Algunos de los hermanos de la logia Hidalgos
del Sur, en especial los más viejos que conocían de la mañas de Juan Leonardo,
teorizaban los “porque “ del traslado a Fatum et Cadendo. Principalmente porque
éste había reconocido el olor a muerte en esa logia. Que él sabía de los fondos
en la cooperativa y reconocía la “excelente” localización del edificio. Él sólo
tenía que esperar… y si fuera necesario
tomar las riendas para llevarla a su “inevitable” final.
Como todos los grupos fraternales de la isla,
Fatum et Cadendo dejó de inicial a nuevos miembros. Los que quedaron envejecieron…
y fueron muriendo. Hasta que llegó el momento en que la logia no tenía suficientes
miembros dispuestos a ir a la reunión de la logia. Sólo era una logia en nombre.
En sus últimos años Juan Leonardo mantuvo a esa
logia viva artificialmente. En contubernio con el Viejo Marcos, pagaban las
cuotas de los hermanos que no interesaban ir a la logia, pero que no le
molestaban que usaran sus nombres en mantener a la logia con vida. La Gran
Logia sabía lo que estaba sucediendo, pero el dinero de unas cuotas compró su
silencio.
Así continuaron por unos años, hasta que llegó
el día en que Juan Leonardo y el Viejo Marcos citaron a una reunión de
emergencia. Lograron un poco característico quórum de hermanos para su reunión.
De todos los que allí estaban, sólo uno sintió gran horror cuando se aprobó la
resolución de desbandar la logia. Luego de más de 50 años de vida Fatum et
Cadendo cerraría sus puertas.
El único hermano que protestó la decisión, de
una colección de viejos, fue el más joven. El nuevo Noble Maestro de Logia. Pidió,
y le fue concedido un voto de confianza. Se aplazaría el cierre de la logia por un año. Durante el
cual el joven Noble Maestro haría hasta lo imposible para revivir su logia.
Entre tanto Juan Leonardo dejó de pagar as cuotas
de los hermanos que lo ayudaron a mantener viva a esa logia… pero no se lo dijo
a persona alguna. El Viejo Marcos lo sabía y decidió quedarse callado. “No es
mi responsabilidad decirle que paguen sus cuotas”, se justificó así mismo. Con
menos hermanos para repartir el botín, ahora si se podía disponer justamente de
los bienes de la logia.
Ese año fue de trabajo arduo para el joven
Noble Maestro. Fracasó.
En ese último mes, de ese desesperante y angustiante
año, en la visita donde se anunciaría oficialmente la transferencia de los
hermanos a la logia Hidalgos del Sur, Juan Leonardo miraba al joven Noble
Maestro con gran satisfacción.
-¿Cómo pueden hacer esto?
Entre sollozos de indignación el joven Noble
Maestro le reclamaba por su complicidad al Noble Maestro de la logia Hidalgos
del Sur. Juan Leonardo y el Viejo Marcos le habían regalado todo el inventario
de Fatum et Cadendo a Hidalgos del Sur. Nadie le consultó al que se supone fuera
el presidente de la logia.
Por lo más que protestaba el joven Noble
Maestro era por los Altares Ceremoniales
de la logia… y mientras más protestaba más Juan Leonardo sonreía. Esos altares
eran el símbolo externo del alma de la logia. Si al templo de la logia se le
extirpaban sus altares esta dejaba de ser una logia y era un mero edificio.
-Ustedes saben que no pueden hacer esto…
En vano le decía un Noble Maestro a otro Noble
Maestro. Ya los altares estaban en su
nueva logia. Ya los habían instalado. Eran sus “nuevos” altares. Hidalgos del Sur
no los devolvería. Porque aunque esa logia tenía los fundos, jamás pudieron
comprar los altares que un grupo de hermanos obreros y artesanos podían
construir.
-Juan Leonardo nos los dio…
Fue la breve respuesta, sin intento de
justificación, que le dio un Noble Maestro a otro antes de irse a sentar en su “nuevo”
Trono… adornado por sus “nuevos” altares.
-Es que la logia pronto va a cerrar… y alguien
los tiene que aprovechar…
Dijo el Viejo Marcos con bastón en mano, sin
verdadero interés de justificar las decisiones o acciones que habían “tomado”
los hermanos.