Por Jeremías Martell
A cualquiera que no fuera parte de la fraternidad, le parecería que lo único
que los hermanos hacen es estar sentados. Por rimbombante que se llame la
logia, en el templo, salvo pocas ocasiones, todos siempre están sentados. Especialmente
cuando se les dan noticias.
-Pronto
todo se solucionará.
Anunció
quien en algún momento fue un inconsecuente Venerable Maestro de Logia. Luego
de 2 años en el Trono de la Logia, era un Maestro de las “Intrigas de Palacio”.
Dos años en que dirigió a los hermanos de su logia en una lucha contra la
burocracia Kafkiana del Gran Oriente Nacional y Soberano. Sus esfuerzos traerían
de nuevo a Cesar, Octavio y Jeremías a la Respetable Logia Jerusalén.
Ante
tal anuncio la emoción electrificaba a los pocos hermanos que quedaban en la
logia. Era la justa conclusión al que había sido la labor de amor fraternal de
3 logias y varias docenas de hermanos.
Luego
de 2 años, los que se hubieran opuesto a ese retorno, ya no estaban en la logia.
Miguel, ya había obtenido lo que deseaba, hasta dejó que lo expulsaran por
falta de pago de sus cuotas. El Viejo Marcos ya no iba a la logia por la
vergüenza que sentía, muy tarde se había dado cuenta que lo estaban utilizando.
Arístides, Ramona y Sebastiana, habían logrado lo que querían… hacerle daño a
la Respetable Logia Jerusalén.
Hasta
los metiches del Gran Oriente Nacional y Soberano y los Grados Superiores
habían disminuido su intromisión. Santiago era irrelevante, ya no era el Muy
Respetable e Ilustre Gran Maestro. Nicolás utilizó la crisis en la Respetable
Logia Jerusalén para ganar la elección al Gran Trono. Por su parte Bernardo
utilizó la crisis para consolidar su posición en los Grados Superiores.
Todos
habían ganado algo… menos Lizardo.
A
pesar que fue quien comenzó toda la crisis por no querer tomar un examen. A
pesar que apoyó a Miguel en todo momento y hasta vendió a su logia, Jerusalén,
a Sebastiana… nadie le recompensó con algo. Nadie le dio lo que le habían
prometido.
Todos
se habían ido. Sentado en su silla, estaba sólo en la logia.
Su
presencia era tolerada por los hermanos de logia. Era su deber fraternal. Sin
embargo, la aceptación de los hermanos que quedaban en la logia no era
verdaderamente importante para Lizardo. Él continuaba yendo a la logia más para
matar el aburrimiento que por compromiso con Jerusalén o por amor fraternal… y
para poder mantener informado a las sabandijas de Muy Respetable e Inmaculada
Logia Hijos de la Lucerna del Alba y a los que estaban en los Grados
Superiores.
Quizás
esta vez le darían las recompensas que le habían prometido.
Inmóvil
en su silla, Lizardo sabía que la alegría de los hermanos de logia era un presagio de lo poco que lograría
sacarle a la fraternidad si Cesar, Octavio y Jeremías regresaban.
-Yo
le aguanté un año como Venerable Maestro, que él me aguante a mí.
Decía
Cesar antes que comenzara la crisis. Lizardo sabía que vendrían tiempos difíciles…
para él. Porque tan pronto Cesar cruzara por el portal de la logia, sería elegido
al Trono de la Logia. Con esa elección la gente de Cesar serían elegidos a las
oficialidades que Lizardo codiciaba… y le habían prometido.
-Si
ellos regresan a la logia, pues, yo me voy.
Dijo
Lizardo desde su silla, luego que el suspicaz Venerable Maestro le concedió la
palabra. Sin parecer de su silla, con toda la vacía arrogancia que un fracasado
podía proyectar, miraba a sus hermanos de logia. Todos permanecían en silencio.
Serios, sin mirarlo. Nadie le pidió que no se fuera. Nadie abogó por él o por retirarles
la “bienvenida” a los 3 hermanos.
Sombríamente
Lizardo entendió… en silencio siguió sentado mientras la logia continuaba con
sus trabajos. Tiempos difíciles le esperaban a Lizardo…