viernes, 3 de enero de 2014

El Narconauta (Parte 1)





Por Jeremías Martell

J.S. Noa estaba sentado en la oficina de aduana. Mirando a la puerta con añoranza. Con la esperanza que algún hermano de la logia entrara y lo salvara del lio en que se había metido.

A Noa siempre se le habían dicho de los privilegios que se adquirían cuando se era un hermano de logia. De cómo los hermanos se ayudaban entre sí, no importaba que.

Más en la Republica, donde le habían dicho que muchas de las personas más importantes de la isla eran hermanos de logia. Él nunca los había visto, pero se lo habían dicho.

Desde que había llegado a la Republica no había visitado logia alguna. Noa estaba muy ocupado haciendo otras cosas. Pero que importaba, él era un hermano de logia. Un hermano en necesidad. Ese era el momento en que se demostraba la verdadera valía de la hermandad.

Con Cesar lo habían hecho. Cuando él fue estudiante de medicina, como lo era Noa, él hizo una broma a la policía de la Republica. En la Isla lo hubieran dejado ir. Hasta los policías hubieran reído con él por lo creativo y osado de ese estudiante. En la República no, y fue arrestado, y encerrado en la cárcel del cuartel.

Todo se veía muy feo para Cesar. A diferencia de la Isla, en la Republica se es culpable hasta que se demuestre lo contrario y todos los derechos y privilegios que se gozan en la Isla son inexistentes.

Cuando fue llevado al Comandante del Cuartel, Cesar estaba más que asustado, hasta temía por su vida. Por todo lo que le habían dicho sucedía en las Cárceles de la Republica. No lo había visto, pero se lo habían dicho.

En su temor no escucho las preguntas del Comandante. Quien pacientemente se las repetía.

-¿Eres uno de los hijos?

Cesar pudo respirar después de esa pregunta. El Comandante lo estaba retejando para confirmar si era un hermano de logia. Con temor disminuyente Cesar le contestó todas las preguntas. Y en su mente le agradeció el regalo que le había hecho el Viejo Marcos antes de su partida a la Republica, la humilde sortija que lo marcaba como un hermano de logia.

Noa usaba una sortija como esa. Parecida. Él había comprado la sortija más suntuosa y extravagante que pudo encontrar. Él quería que todos se dieran cuenta que era un hermano de logia. Le habían dicho que muchos en la Facultad de Medicina eran hermanos de logia... Y oficiales de la policía… y la milicia… y del gobierno.

Le habían dicho que los hermanos de la Republica lo ayudarían, como los hermanos de la Isla lo ayudaron.

Noa y su familia eran pobres. Su padre, un asalariado, hizo todo lo posible por darle una buena calidad de vida y acceso a oportunidades educativas. A pesar que Noa era un estudiante promedio, paso de ser un barbero a un técnico de ciencias forenses a un estudiante de medicina. Pero, no tenía los recursos para para completar su educación.

Los hermanos de logia lo ayudaron. Ellos hicieron una derrama en la logia y en el Gran Oriente Nacional y Soberano y le pidieron ayuda a todas las logias de la Isla. Los hermanos de logia invirtieron en él, en el futuro doctor que el seria, Noa pudo irse a estudiar medicina a la República.

Noa jamás volvió a la logia.

Ahora, sentado en la oficina de aduanas, miraba hacia la puerta con añoranza, con la esperanza de que algún hermano de logia la cruzara y lo salvara.

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