viernes, 7 de febrero de 2014

El Narconauta (Parte 2)





Por Jeremías Martell


Para los Isleños, la Republica es un gran parque de diversiones. El cambio de moneda le era favorable. El costo de vida era menor. Más importante, los Isleños tenían una ciudadanía que los de la Republica codiciaban. Había una insensata reverencia hacia los 'isle'.

Noa se disfrutaba al máximo su estatus como el 'isle'.

Era más que común ver alguna en las 'redes sociales' fotos de Noa en restaurantes o fiestas. Con botellones en sus manos de la cerveza local, el 'Ministro'. Fotos en las playas con bellas nativas y, con lo que se había convertido en su nuevo pasatiempo, las motoras todo terreno.

Muchos de los hermanos estaban molestos por lo que veían en las ‘redes sociales’. Noa fue a la Republica a estudiar medicina. Sin embargo, las fotos no eran de una persona que estaba en los ajoros de ser adiestrado para ser un médico.

Cuando los hermanos le preguntaban él les decía que esas fotos eran de sus fines de semana y vacaciones, que le daban entre los trimestres de estudio. Noa no les mintió.

Esa vida en las ‘redes sociales’ era de sus fines de semana y vacaciones trimestrales. Además, ese era el estilo de vida que se esperaba de un estudiante de medicina de la Isla en la Republica.

Cuando los hermanos le preguntaron de las logias en la Republica, Noa les decía que estaba muy ocupado con sus estudios de medicina. Que no las había visitado porque no las había encontrado.

Noa les medio mintió.

Porque no estaba tan ocupado como decía estar. Especialmente en los fines de semana y vacaciones de trimestre. Más importante no se había ocupado de buscar a sus hermanos de logia en la Republica. Para qué ir a una logia con todo lo que tenía que estudiar y disfrutar.

Noa mintió.

Noa estudiaba y disfrutaba. Ese disfrute tuvo un costo. Un accidente de motora. Nada tan grave que le descarrilara su futuro como médico. Pero suficiente como para ponerlo en un sillón de ruedas y sacarlo de la escuela de medicina por un año. Por lo cual no podría obtener los préstamos estudiantiles que le habían comenzado a otorgar. Ya no podría continuar con su estilo de vida en la Republica.

Tendría que regresar a la Isla para su convalecencia. Gran desesperación sentía de tener que regresar a la normalidad de la vida en casa de sus padres. Allí él no era el 'isle' que estudiaba medicina. Él era sólo Noa.

Su angustia por volver a la Isla se vio aminorada por una oferta que le hizo uno de sus 'acompañantes' de juerga. Un Republicano que merodeaba los bares cercanos a la escuela de medicina. Este le pagaría a Noa para que transportara unos paquetes con narcóticos a la Isla. Lo que le pagaría seria lo suficiente para que Noa pudiera vivir su convalecencia cómodamente en la Republica.

Noa aceptó.

Esta no sería la primera vez. Ya lo había hecho en algunos de sus viajes por barco a la Isla, transportaba pequeñas cantidades de narcóticos ‘para su uso personal’ y dinero y oro. Así que esto no sería algo difícil.

Ahora tenía una silla de ruedas. En ella podía esconder el 'material'. Él era un ciudadano. Un estudiante de medicina. Un minusválido. Tenía toda as de ganar.

Eso fue lo que pensó... Y en el dinero que le iban a pagar, en los restaurantes que comería, en las ‘Ministros’ que iba a tomar, y todo el sexo que iba a tener.

En la oficina de aduanas en lo único que pensaba era en que hermano lo vendría a salvar. Cuál de los hijos seria el que cruzaría por la puerta y lo ayudaría... No importa que...

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